
Sabemos que este enfoque es novedoso y desafiante, pues nadie piensa en las adicciones cuando está criando a bebés o a niños pequeños, pero todas las investigaciones sobre adicciones y neurociencias confirman que esta es la etapa cuando es más fácil desarrollar en los niñ@s las capacidades afectivas y de regulación emocional que les permitan en el futuro, no sólo evitar las adicciones, sino más bien,
no necesitarlas.

¿Por qué preocuparnos por el tema de las adicciones?
1. Porque es un problema complejo y multifactorial, del cual no es fácil salir, por lo que es mejor prevenirlo.
2. Porque puede alterar y truncar la trayectoria de vida de niños y adolescentes.
3. Porque dañan la salud física y emocional de las personas, en ocasiones de manera irreversible.
4. Porque terminan lastimando a todo el núcleo familiar.
Por último y lo más importante,
porque pueden prevenirse.
¿ Sabes qué buscan los jóvenes en las adicciones?

¿Cómo es que una persona llega a sentirse así?
¿Qué pasó en su familia o en su crianza?
¿Qué le faltó? o
¿Qué le sucedió?

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No hay forma de pensar en las adicciones sin remitirnos a la familia,
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ya que justamente la familia puede ser el principal factor de riesgo que nos predisponga para una adicción,
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o el principal factor de protección en contra de ella.
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Pues según sabemos, es innegable que las prácticas de crianza son centrales en el desarrollo del riesgo del consumo de drogas (Dishion, 1998).
¿por qué prevenir desde la infancia temprana?
Porque según diversas investigaciones, y la experiencia del médico canadiense Gabor Maté, la adicción está siempre arraigada en el trauma y la adversidad infantil.
Y, si bien no todas las personas que han sufrido heridas emocionales durante la infancia caerán en adicciones, es un hecho que todo adicto ha crecido con heridas emocionales.

Las personas que crecen con heridas emocionales de la infancia son más vulnerables, y cuando pasan por momentos de estrés, dolor o angustia, pueden desarrollar adicciones (videojuegos, redes sociales, trastornos de la alimentación...) o acudir al uso de sustancias, como una forma de calmar su ansiedad o aliviar su dolor emocional. Sobre todo cuando no cuentan con los recursos internos para regular la intensidad de sus emociones.
Centro para el Desarrollo Infantil de la Universidad de Harvard
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